coyuntura económica de la locomotora de europa

Alemania necesita medio millón de inmigrantes al año para crecer

Trabajos en Berlín para mover la escultura de Karl Marx de su lugar original debido a las obras del metro.

Trabajos en Berlín para mover la escultura de Karl Marx de su lugar original debido a las obras del metro.

RUBÉN GÓMEZ DEL BARRIO / Berlín

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Alemania necesita al menos 500.000 inmigrantes anuales para garantizar que el país disponga de la mano de obra necesaria que le permita mantener su crecimiento económico. Así lo aseguró Klaus Zimmerman, presidente del prestigioso Instituto de Estudios Económicos de Alemania (DIW), en una entrevista concedida al periódico alemán Hamburger Abendblatt.

Según Zimmermann, a partir del año 2015, Alemania perderá cada año 250.000 trabajadores; algo que según este experto se debe al progresivo envejecimiento de la población germana y a la baja tasa de natalidad, por lo que, de no haber cambios en las tendencias demográficas, el país tendría un déficit de hasta tres millones de trabajadores cualificados de aquí a cinco años.

Una merma que, según los expertos, podría causar un descenso del producto interior bruto y de la riqueza en algunas zonas del país, así como «enormes problemas financieros» al tener que financiar el sistema de la Seguridad Social con menos trabajadores.

Ni el retraso en la edad de jubilación -de los 56 a los 70 años- sería suficiente para cubrir este déficit, por lo que desde este instituto económico se insta a llevar a cabo políticas migratorias como las que se están llevando a cabo en Australia y Canadá, «países en los que resulta determinante la formación».

La noticia llega justo en un momento en el que todo el país -ya sea desde las cabeceras de los principales rotativos como en la opinión pública- se debate sobre la necesidad y el verdadero papel de la inmigración en el total de la sociedad alemana; su papel y principalmente su grado de integración.

Así, si la semana comenzaba con la polémica suscitada por la publicación del libro del consejero del Bundesbank Thilo Sarrazin -en la que critica la inmigración de origen musulmán y su supuesta amenaza para la sociedad-, el miércoles el Gobierno alemán presentaba un nuevo programa para fomentar la inserción de los inmigrantes en la sociedad alemana a través del aprendizaje de la lengua alemana.

El jueves, y en medio de las críticas y presiones, Sarrazin decidía finalmente y de forma voluntaria abandonar la junta directiva del Bundesbank. La salida del consejero alemán ha estado marcada de fondo por las numerosas voces que respaldan sus tesis.

Según una encuesta publicada esta semana por el semanario alemán Stern, el 61% de los alemanes coincide en parte con las ideas de este economista. Hasta la cancillera, Angela Merkel, tuvo que intervenir para instar a «no hablar tanto sobre el señor Sarrazin, sino sobre el gran tema de la integración».

Así pues, en un momento en el que el tema de la inmigración no deja indiferente a nadie en el país, no se han pasado por alto las previsiones del instituto DIW que dejan claro que Alemania tendrá que echar mano de la inmigración si quiere mantener su bienestar social y económica: guste o no al total de la población.