ESCASA REPERCUSIÓN DE UNA CAMPAÑA BENÉFICA EN CHINA

Bill Gates cenará solo

Mal trago Bill Gates, el pasado mes de junio en Barcelona.

Mal trago Bill Gates, el pasado mes de junio en Barcelona.

ADRIÁN FONCILLAS / Pekín

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Será una cena íntima, propensa a la confidencia y la sonrisa cómplice, sin discursos, micrófonos ni rigores, pero no era ese el plan. ¿Qué hombre de negocios rechazaría compartir mantel con Bill Gates y Warren Buffett, fotografiarse con la segunda y la tercera riqueza del mundo, escuchar los consejos del creador del gigante Microsoft y del mítico gurú inversor? Sus colegas chinos. De la cincuentena de invitados al banquete, dos han confirmado su asistencia. El motivo es filantrópico, y el gremio millonario chino se ha asustado.

Gates y Buffett empezaron en junio la campaña Giving Pledge para convencer a sus colegas compatriotas de que donasen al menos la mitad de su fortuna a la beneficencia cuando mueran. Unos 40 ya han accedido. Este mes llevarán su campaña a China, que sigue en número de millonarios a EEUU. El plan era una cena en un hotel pequinés el próximo día 29.

Intercambio de ideas

La portavoz de la Fundación Gates reconocía esta semana «problemas para confirmar la asistencia». Algunos se han excusado. Otros han preguntado si en la cena se les pedirá alguna donación, según el diario Chongqing Evening News. Un miembro de la campaña reveló que Gates y Buffett enviarían cartas a los invitados explicándoles que la cena no será recaudatoria sino para «intercambiar ideas» acerca de la filantropía. «Muchos temían sentirse incómodos en la cena», añadió. No hay noticias de efectos de la misiva.

En ese cuadro de reticencias destaca, aunque no sorprende, el paso adelante de Chen Guangbiao. El excampesino, millonario y presidente de una firma de energías renovables es el primero en la Lista Caritativa de China, suele financiar en pocas horas los primeros equipos de rescate en desgracias naturales y falta a pocas campañas filantrópicas. Se ha declarado «muy conmovido» esta semana con la iniciativa y ha prometido que su fortuna íntegra (unos 535 millones de euros) irá a la caridad tras su muerte. No es probable que el anuncio de Chen ayude a incrementar la asistencia a la cena.

La promesa de Jackie Chan

La noticia coincide con el tambaleo de un mito. Al actor hongkonés Jackie Chan, reducto de integridad y tozudo emprendedor filantrópico, se le pregunta estos días dónde está el dinero que prometió para la reconstrucción de una escuela de Beichuan caída en el terremoto del 2008.

El actor Jet Li y el baloncestista Yao Ming han creado fundaciones caritativas en los últimos años, pero son la excepción. China acumula 64 fortunas de más de 1.000 millones de dólares, pero sus donaciones a la beneficencia están por debajo de las de sus colegas globales. La explicación va más allá de la avaricia.

La filantropía está en pañales aquí porque aún no ha sido regulada por ley y ni siquiera hay políticas fiscales incentivadoras. Faltan canales para las donaciones y la transparencia necesaria para saber que terminarán donde deben. La visita de Gates y Buffett podría acelerar las soluciones.

Los magnates chinos mantienen un perfil bajo, ajenos a los focos y a los propagandísticos actos de beneficencia. Muchas fortunas aquí se levantan en zonas oscuras que recomiendan la discreción, especialmente después de que recientemente se supiera que esconden billones de dólares sin documentar. Muchos chinos han pasado en los últimos años de la lista Forbes a la cárcel. Huang Guangyu, el expresidente de la compañía Gome que lideraba las fortunas nacionales, cumple 14 años por soborno y otros delitos.

Hechos a sí mismos

Otro factor es su edad media de 39 años, 15 por debajo de sus colegas estadounidenses. Muchos son hombres hechos a sí mismos, con la pobreza como experiencia biográfica. Todavía no han tenido tiempo de acostumbrarse a sus fortunas y viven esos años que exigen concentrarse en amasarlas, lejano aún el otoño vital que empuja a hacer las paces con el mundo.

Y luego está la realidad de un país en vías de desarrollo con muchas vías de agua que tapar. Como explicaba Xu Yongguang, director de la Fundación Narada, la sociedad no debe empujar a los millonarios a donar sus fortunas sino a fabricar bienes de calidad y seguros para los consumidores, proteger los derechos de sus trabajadores, cuidar el medio ambiente y pagar sus impuestos.