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TRIBUNA

Que quede entre nosotros

QUE QUEDE ENTRE NOSOTROSMAYTE CIRIZA

Miércoles, 28 de julio 2010, 02:18

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Nos encanta saber cosas de los demás. Una de las claves del éxito de las redes sociales es precisamente eso, que al común de los mortales le apasiona estar al tanto de la vida de los otros, de lo que hacen, de lo que piensan, de con quién están, de dónde pasan los fines de semana o las vacaciones. Está en el alma humana querer saber qué vida llevan los que conocemos, y muchas veces también los que no conocemos, al fin y al cabo somos animales sociales.

Por algo Facebook ha alcanzado los 500 millones de usuarios, que se dice pronto. Sería el tercer país del mundo, después de China y de India. Facebook es un como un enorme patio de vecinos en el que todos cuentan su vida y milagros. Hay quien hasta cuenta demasiado y no ha conseguido el trabajo al que aspiraba porque el perfil que daba en Facebook no coincidía con el que había presentado para el puesto. En Estados Unidos, en uno de cada diez divorcios se utilizan pruebas de infidelidad halladas en las redes sociales, hasta ese punto cuenta la gente su vida en Internet.

Las redes son también un gran foro para los cotilleos y para saber los chismes de los demás, no sólo de los famosos. Y esto es algo que nos da mucho morbo. Como todo el mundo tiene problemas y desgracias, nos gusta saber cosas de los demás para consolarnos. Por lo visto, mal de muchos, consuelo de tontos. Por eso, en esta época en la que todo se cuenta, valoro especialmente la discreción y el saber guardar una confidencia, lo que llamamos un secreto.

Que nos cuenten un secreto es una muestra de confianza y, desde luego, una prueba de lealtad. Pero, ¿por qué es tan difícil guardar un secreto? Porque socialmente se valora mucho tener información privilegiada, porque tiene la emoción de lo oculto, de lo prohibido, o simplemente porque nos cuesta demasiado esfuerzo o demasiado pesar no contarlo y necesitamos liberarnos contándolo, como los que cometen un crimen y acto seguido acuden a la policía.

Los secretos peor guardados siempre han sido los relacionados con el sexo (y uno de los mejor guardados, la fórmula de la Coca-Cola). Alguno pensará que para qué sirve un secreto si no puede contarlo. El mejor ejemplo es la famosa historia de Luis Miguel Dominguín que, después de pasar su primera noche con Ava Gadner, por la mañana, mientras el torero se vestía a primera hora, la actriz le preguntó «¿Adónde vas con tanta prisa?», a lo que él respondió: «¿Cómo que adónde voy? ¡A contarlo!». Claro, que entonces no había facebook, ahora lo habría escrito en la red social, seguramente con foto incluida.

Cuando alguien deposita en nosotros algo íntimo es una muestra de amistad, de confianza y de complicidad. El respeto, la credibilidad y la confianza que provocamos tiene que ver con nuestra sensibilidad, prudencia y nivel de discreción. Por eso hay que saber elegir a quién contamos nuestras intimidades y nuestras confidencias, a quién le podemos decir, como dice esta columna, «que quede entre nosotros».

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