LOS AFECTADOS POR LA PROHIBICIÓN

El último oasis

La nueva ley puede abrir la puerta a la creación de nuevos clubes de fumadores

El club de fumadores del Majestic, el miércoles, cuando aún podía ser atendido por camareros.

El club de fumadores del Majestic, el miércoles, cuando aún podía ser atendido por camareros.

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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Hace cuatro años, recién entrada en vigor la primera ley antitabaco de este siglo en España, la dirección del Hotel Majestic habilitó un señorial recinto frente al bar principal como salón de fumadores. El espacio era tan atractivo que los responsables de Altadis los convencieron poco después de convertirlo en la sede barcelonesa de Pasión Habanos, un club privado de fumadores de puros con siete sucursales en España y, hoy en día, cerca de 7.000 socios. Con el más famoso y popular Pipa Club, en la plaza Reial, y el restaurante La Vaquería, en Les Corts, sede en Barcelona del Club Epicur, también de fumadores de puros, y probablemente algún otro -pero no hay demasiados-, el amplio, elegante y acogedor salón del conocido hotel barcelonés tiene desde hoy, merced a la nueva ley, el estatus de oasis; para los fumadores, un maravilloso, contaminado e insalubre oasis.

Nuevos salones

«La nueva ley nos afecta hasta cierto punto-dice el encargado, Mateo Banda-.Lo que sobre todo estamos buscando ahora, teniendo en cuenta que la ley solo contempla la presencia de socios acreditados, es la fórmula para que nuestros clientes, los del hotel, puedan seguir entrando».La restrictiva norma del Ministerio de Sanidad ha hecho ciertamente una excepción con los clubes de fumadores, pero también los ha cargado de restricciones -y la del carnet es posiblemente la menos lacerante. En un salón como el del Majestic, por ejemplo, no se puede a partir de hoy vender nada, ni una copa, ni un café, mucho menos un plato o platillo o tapa de lo que sea. No podrá haber camareros -sirviendo qué, total-, y por supuesto no se permite (de ningún modo) la presencia de menores; los clubes, para terminar deben ser entidades con personalidad jurídica y sin ánimo de lucro.

Con todo, parece inevitable, si no que empiecen a proliferar esta clase de clubes, sí que muchos tanteen la posibilidad de abrir el suyo.«Doy fe de que la cosa se está moviendo-dice Banda-.Hay muchos restaurantes de Barcelona, restaurantes de categoría, quiero decir, con estrellas Michelin, que ahora están explorando la posibilidad de hacerlo. Lo sé porque aquí, al Majestic, ya han venido algunos responsables a preguntar cómo se gestiona esto».

No parece descabellado: acabada la comida, el comensal se dirige al recinto del club -entidad jurídica independiente, sin ánimo de lucro- y fuma. ¿O no?«Si ahora quieren constituirse nuevos clubes-dice Ignacio Ribó, propietario de La Vaqueria y presidente del Club Epicur en Barcelona-van a tener el hándicap de que tendrán que presentar unos estatutos, y justificarse ante la Administración correspondiente. Al final supongo que dependerá de la lectura que hagan los responsables de entregar los permisos».

El portavoz del Club de Fumadores por la Tolerancia, Javier Blanco, muy crítico con la ley («es la más restrictiva del mundo»), entiende también que no será tan sencillo.«Si un señor tiene un local lo suficientemente ancho para dedicar un espacio a una actividad sin negocio... no sé, no lo veo claro. Lo que está claro es que la ley está hecha para que el bar de la esquina no pueda ser club de fumadores. No sé. Ya se verá».

Eso: ya se verá.