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Una siesta, además de ser un plácido ejercicio cotidiano, facilita tu capacidad de aprendizaje y afina aptitudes cognitivas como la retención y el procesamiento de información.

Un estudio realizado por la Universidad de California, Berkeley, ha confirmado beneficios cognitivos en la práctica de la siesta, proveyéndonos con un gran argumento para defender ese ritual ante nuestros padres, nuestros jefes en el trabajo, y demás personas que amenazan nuestro gusto por las siestas.

Los investigadores confirmaron que cerrar los ojos y bajar las frecuencias cerebrales antes de una sesión de aprendizaje favorecen nuestra habilidad para retener y procesar los nuevos conocimientos. Los voluntarios que tomaron una siesta de hasta 100 minutos previo a ejercicios de memorización obtuvieron mejores resultados con un 20% más de aciertos en comparación con aquellos que no lo hicieron.

“Al parecer estamos verdaderamente ante la primera evidencia que indica un beneficio proactivo del dormir” afirma Matthew Walker, co-autor del estudio y profesor de neurociencias en Berkley. Al parecer “no es simplemente suficiente dormir después de aprender. Resulta que también debes dormir antes de aprender” agregó.

[Live Science]