Mayweather y la UFC consiguen reciclar su 'culebrón'

Nadie debe negar la capacidad de Floyd Mayweather a la hora de comercializar su propia marca.  Ethan Miller/Getty Images

El boxeo salvó el bolsillo de la UFC en el 2017 y parece que nos van a repetir la fórmula en el 2018. Aunque digan lo contrario, aunque lo nieguen, el nuevo culebrón mediático que están protagonizando el presidente de la Ultimate Fighting Championship (UFC), Dana White, y el retirado ex campeón mundial de boxeo Floyd Mayweather, dice todo lo contrario.

Así fue como el negocio en caída libre de las MMA encontró una forma de reinventarse gracias al fiasco multimillonario entre Floyd y Conor McGregor. Aferrarse a esa fórmula para sobrevivir, en medio de una transición dramática en la forma de comercializar eventos televisivos, que seguramente tiene a la UFC como una de sus futuras víctimas, será respetar la misma estrategia. Pero vayamos por partes.

CON LAS ARMAS DEL 'TUITERO' MAYOR

Nadie debe negar la capacidad de Floyd Mayweather a la hora de comercializar su propia marca. Es como un Rey Midas que transforma cualquier cosa en dinero contante y sonante. No importa lo que sea. Así como nos vendió por años sus peleas a modo contra rivales que elegía a dedo y hasta nos impuso el referí de sus peleas, cuando entendió agotada esa etapa de “tiendero exitoso del boxeo”, encontró la manera de ganar aún más, negociando los despojos de esa carrera.

Para ello encontró el aliado clave al otro lado de la calle, en el lugar impensable, las artes marciales mixtas. Las que presumían de su público fiel, de sus eventos comercializados por millones en PPV y del misterio con el que manejaban su negocio puertas adentro. En ese lugar encontraron a su próximo rival, Conor McGregor, la máxima figura del UFC que no había logrado reunir ni siquiera 15 millones de dólares en toda su carrera.

Inventaron una pelea en la que el irlandés ganaría más de 100 millones de dólares y no solo los ganó, hasta tuvo el coraje de reconocer luego que aquel invento de pelea había sido nada más que una pura burla. Dana White fue el vocero permanente, la cara visible del show representando a su organización. El mismo White tuiteó en estos días su beneplácito con los números divulgados sobre el supuesto alcance del evento: cuatro millones y medio de ventas de PPV.

¡Y vaya! Cuando no se habían apagado los ecos de ese anuncio, aparece la noticia de que Mayweather se refirió a una posible incursión en los octágonos de la UFC, horas después se tornó viral la repercusión en las afirmaciones del presidente de la organización y claro, tras el impacto de sus declaraciones el manual dice que el acusado debe “desmentir” la acusación. Y Floyd lo desmintió.

La técnica es la misma que siempre le dio resultados a Floyd en su estrategia comercial. Antes de sus peleas nos tenía a todos expectantes de sus cuentas en las redes sociales. Allí, en cualquier momento, aparecería el nombre del rival elegido. Algunas veces en la oscuridad de la madrugada o al final de un día especial, en el que no hubiera noticias que pudieran opacar el efecto de su anuncio. Pero el 'tuitero mayor' no fallaba. Que el anuncio llegaba, llegaba.

Con Dana White, parece que se adecuaron a los nuevos tiempos y eligieron el culebrón mediático como estrategia titular. “Yo lo digo, tú lo corroboras y después yo salgo a desmentirlo”, parece ser la storyline del nuevo proyecto que ha conseguido encender la llama del interés entre los fanáticos ocasionales y los no tan ocasionales. Ya se han empezado a tejer teorías y pronósticos sobre una posible incursión de Mayweather por los octágonos. Así empezaron el cuento de Floyd-McGregor y lo que dio resultado una vez, al menos en este mundo insólito de la farándula deportiva, es sabido que da resultado dos veces.

LA AYUDA DE PACQUIAO Y DE LA HOYA

Pero no solo le debemos adjudicar a la agudeza empresarial de Floyd y Dana White el posible éxito de su nuevo proyecto. Hay otros factores que han colaborado en magnificar el absurdo de una imposible pelea de Mayweather bajo las reglas de las MMA. Oscar de la Hoya y Manny Pacquiao, indirectamente, han estado ayudando en la promoción.

Lo del presidente de Golden Boy Promotions cae en lo absurdo, tras sus atinadas críticas al daño que al boxeo le estaba causando la pelea de Mayweather y McGregor. De la Hoya soltó el rumor de que estaba regresando al gimnasio y no veía mal una pelea contra McGregor. Algo parecido ocurrió con un confundido Manny Pacquiao. Tras su soprresiva derrota ante Jeff Horn, el filipino no tiene claro qué hacer con su vida. O se dedica de una buena vez a su trabajo de senador y abandona el boxeo que hace rato ya lo abandonó a él como figura de primer orden o inventa alguna “chamba” que le dé buen dinero.

Seguramente, Pacquiao y De la Hoya han creído que si Mayweather armó su show y le fue tan bien, ellos pueden imitarlo y sobrevivir a las críticas. El asunto es que, en su caso, no se sabe cómo proseguirá la historia de una posible pelea contra el irlandés. No obstante, el valor de sus nombres le ha dado prensa y buena repercusión en las redes sociales a la cultura del fiasco, boxeo vs. MMA.

Tal es así que mucho del éxito futuro de la posible aventura – esta vez en el octágono – de la sociedad Mayweather-Dana White se deberá al irracional interés de Pacquiao y De la Hoya de ganar un dinerito vendiendo peleas de mentira.

Mi presunción es que, para infelicidad, este culebrón en el 2018 “pica y se extiende”. Alguna vez vaticinamos que el mayor peligro de aceptar la pelea de Mayweather vs. McGregor era precisamente el impulso que se le estaba dando al deporte farándula. El tiempo nos está dando la razón, esta manera de engañar al fanático inocente llegó para quedarse.

Si tomamos en cuenta que la UFC se ha quedado sin figuras referenciales – léase Ronda Roussey y Anderson Silva, entre otros – y aquellos luchadores que le dieron nombre y prestigio ya pasaron a la historia, es entendible que exista desesperación por reciclar el negocio antes de que desaparezca. Máxime si entendemos la realidad actual de la distribución de esos eventos. El PPV camino a desaparecer y la forma de ver competencias deportivas transitando por una nueva modalidad tecnológica.

Dana White está cumpliendo sus deberes, Mayweather está siendo un buen aliado y la UFC se aferra al éxito del boxeo para no desaparecer. Aunque lo nieguen y digan lo contrario, lo único que justifica un culebrón tan absurdo es precisamente esa posible estrategia, “vendernos otro fiasco, como si fuera la octava maravilla”.

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