Violencia sexual y educación, en tierra de nadie

Violencia sexual y educación, en tierra de nadie

No caben dudas que las mujeres hemos experimentados cambios significativos en la participación en lo público, particularmente el mayor acceso a la educación técnico-profesional y profesional, y al mundo de trabajo remunerado. Los problemas siguen siendo las desiguales condiciones en las que nos insertamos, la discriminación y violencia estructural que afecta nuestra permanencia y pleno desarrollo en estos espacios. Todas las mujeres, sin excepción, hemos experimentado en primera persona o bien conocemos a una mujer que ha sido víctima del acoso sexual. Mientras nuestras relaciones sociales se desarrollen sobre una estructura de dominación patriarcal, donde las relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres se expresan en discriminación y violencia de género en distintas formas y grados, será muy difícil erradicar estas prácticas.

Erradicar los imaginarios, conductas y comportamientos discriminatorios es tarea de todas y de todos. Con esperanza y entusiasmo hemos visto cómo las y los estudiantes se han organizado para denunciar la violencia de género que viven en sus centros educacionales. Ello ha significado que las instituciones han tenido que desarrollar acciones que busquen por sobre todo prevenir y sancionar el acoso sexual. Cualquier acción que busque erradicar la conducta partriarcal del acoso sexual, debe considerar una campaña de prevención permanente, que busque poner en cuestión el sistema de dominación patriarcal y visibilice y transforme las estructuras que lo soportan.

Finalmente, el acoso sexual se inscribe en el continuo de violencia de género que “nos toca” experimentar a las mujeres en nuestra historia de vida. Estas semanas hemos dado grandes pasos en la lucha porque el derecho a decidir de las mujeres sobre un embarazo no viable, que nos pueda provocar nuestra muerte, o por violación, no sean punibles. Nos queda un camino enorme de recorrer en transformar las estructuras patriarcales de soporte que casi tres décadas operaron contra las mujeres en los hospitales y clínicas. Estas semanas hemos experimentado el dolor y la rabia de ver cómo el patriarcado nos ha arrebatado a mujeres asesinadas por el odio de hombres.

Carmen Andrade y protocolo contra acoso sexual en la Universidad de Chile: “Nos pusimos en los zapatos de las víctimas y les facilitamos el camino”

Por Marcel Pavez

Carmen Andrade directora de la Oficina de Igualdad y Género de la Universidad de Chile, conversó con el OGE sobre la implementación de la política institucional que busca tratar las denuncias de acoso sexual, así como también prevenir y generar conciencia tanto al alumnado como en sus profesores y funcionarios.

En la oficina 235 de la histórica Casa Central de la Universidad de Chile se encuentra Carmen Andrade, ex ministra del SERNAM del primer gobierno de Michelle Bachelet y actual directora de la Oficina de Igualdad. La entidad, dependiente de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, nació a finales de 2013 para formar e instalar un mecanismo institucional encargado de investigar las brechas de desigualdad y proponer políticas universitarias.

“Creo que ha sido la decisión política más importante de la Universidad porque en ese minuto se tomó la decisión valiente de decir: ‘Miremos cómo está la situación de igualdad entre hombres y mujeres en la u, y lo que veamos como injusto, discriminatorio o desigual; enfrentémoslo’”, relata Andrade.

Para que la iniciativa tuviera éxito, las encargadas de la Oficina de Igualdad debieron generar las voluntades mediante conversaciones con las autoridades de la universidad para expresar la necesidad de visibilizar este tema. “Llevo 40 años trabajando con temas de género, tengo claro que el acoso sexual es algo que existe, pero ante las autoridades tuvimos que realizar estudios para demostrar con datos empíricos que este fenómeno era real”, dice y agrega que en ese trabajo, la oficina de contó con la colaboración de “la Federación de Estudiantes de la universidad y una de sus organizaciones, la Secretaría de Sexualidades y Género, que está compuesta en su mayoría por alumnas feministas”.

El estudio evidenció que en la universidad el acoso sexual era un fenómeno que existía. Sin ir más lejos, un 25% de los alumnos y alumnas había sido testigo de un caso de acoso sexual dentro de la institución, mientras que un 15% lo había vivido en carne propia. “También descubrimos que la mayoría de los acusados son hombres, incluso cuando la víctima también lo era”. Agrega que “la cantidad de casos de acoso de docentes hacia estudiantes son similares a la que se da entre los estudiantes”.

“Esto motivó la decisión de empezar a hacer un trabajo de difusión, prevención y concienciación del problema, lo que generó acciones como talleres, seminarios, manuales con orientaciones para prevenir el acoso sexual”, detalla Carmen Andrade. Si bien las iniciativas de prevención fueron un trabajo que se hizo directamente con profesores y personal administrativo de la universidad, entre los que participaron autoridades como decanos, direcciones de carrera, reconoce que estas actividades “siempre estuvieron abiertas para la comunidad entera”.

Protocolo de acción frente al acoso sexual

“Después de estas conversaciones, se hizo una Comisión de Dirección Jurídica compuesta por miembros de la FECH, de la Federación de Asociaciones de Funcionarios de la Universidad de Chile (Fenafuch), de la Oficina de Igualdad y Género y la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles, en la que se decidió de forma unánime la modificación del reglamento para tipificar el acoso”. Explica que además la comisión elaboró una política universitaria de prevención del acoso sexual que también fue aprobada por unanimidad. Esta política fue asumida por el rector quien la envió al senado universitario, donde fue discutida y aprobada. Así nació el protocolo de actuación frente al acoso sexual.

Según Andrade, este protocolo “establece la posición de la universidad sobre el acoso, considerándolo una conducta intolerable y violatoria de derechos fundamentales y, por lo tanto, incompatible con los principios y valores de la institución”. La directora de la Oficina de Igualdad y Género agrega que el procedimiento tiene tres líneas de acción: “en primer lugar, la prevención y la formación a estudiantes de pregrado para desnaturalizar el acoso. En segundo lugar, una línea de modificaciones reglamentarias para generar todas las normas y protocolos internos que permitan enfrentar el problema. Y en tercer lugar, la aprobación de una oficina especializada en donde vamos a tener un par de profesionales encargados de acoger y acompañar a las víctimas mientras dure su proceso, darles atención psicológica, brindarles asesoría jurídica”.

Fiscales ad-hoc

Sobre el punto en materia de normativa interna, Carmen Andrade destaca cómo el protocolo ha ayudado a hacer más fácil el proceso de denuncia así como el de investigación. “Anteriormente (sin protocolo), si tu hacías una denuncia ante tu jefe sobre una situación de acoso sexual, él tenía que constituir una comisión con un fiscal, el cual podía ser cualquier funcionario de la universidad”. Esto abría la posibilidad a que en algunos casos el fiscal mantuviera relaciones de amistad, de colegas o de cualquier tipo con el acusado, haciendo de esta forma menos transparente la investigación del caso que se estaba denunciando.

Por esta razón, la universidad realizó un curso especial para capacitar a personas que puedan actuar como fiscales en el que asistieron más de 30 personas entre docentes, funcionarios y funcionarias de distintas facultades. Para Carmen Andrade esto hace que “la Universidad de Chile sea la única que cuenta con un registro especial de fiscales que pueden actuar en ese rol, lo que permite que, en caso que hubiese una situación en una facultad, el decano recurra a fiscales que no sean de la misma y que no tengan ningún vínculo con la persona que se acusa”.

Andrade reconoce que no todos los casos de acoso sexual se dan en el quehacer de universitario. Uno de los problemas recurrentes, y que muchas veces se invisibiliza, es el acoso sexual en las prácticas laborales que realizan estudiantes de la Chile, el que muchas veces no se denuncia por el miedo de las víctimas a que esto afecte su rendimiento académico. No obstante, “el trabajo de la Universidad de Chile en la creación del protocolo también incluye el acoso sexual en las prácticas”. “Hemos tenido denuncias de acoso de parte de alumnas en práctica y lo que nosotros hemos hecho ha sido, en primer lugar, suspender las prácticas, entendiendo que esas instituciones no dan garantías, y en segundo lugar ponernos en contacto con la institución para exigir que en esta haga un sumario respectivo”.

Denuncias y sanciones

Antes de la creación de la Oficina de Igualdad y Género, no existía un registro de denuncias sobre acoso sexual, por lo que no es posible saber en qué número estas han variado desde la implementación del protocolo. Sin embargo, su directora es enfática y advierte que éstas sí han aumentado considerablemente desde la puesta en marcha de esta herramienta de denuncia.

Una de las razones que pueden explicar esto, es el aumento de instancias y lugares en los cuales las víctimas de acoso sexual pueden denunciar. “Nosotros preferimos abrir varias puertas”, señala Andrade y agrega que “ahora las denuncias pueden entrar por distintas vías tales como la Oficina de Igualdad y Oportunidades de Género, la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles, Decanato e incluso a través de una página web que hicimos”.

De esta forma, se busca facilitar la denuncia, ya que anteriormente “el camino más conocido para hacerlo era acudiendo a la autoridad de la facultad en la que ocurrió el acoso, como por ejemplo, el decano”. Sin embargo, no todas las alumnas y académicas tienen la confianza para hacerlo ante esa instancia, lo que se complejiza si el acusado tiene algún tipo de relación con alguna de las autoridades. “Por eso nosotros decimos ‘si no quiere denunciar por ahí, hágalo por esta otra vía’”, explica Carmen Andrade enfatizando que “lo que hicimos fue ponernos en los zapatos de la víctimas y facilitarles el camino, porque sabemos que es difícil denunciar”.

En caso de que la investigación concluya que hubo efectivamente acoso sexual, las sanciones para funcionarios y académicos pueden llegar al despido y cinco años de prohibición para trabajar en una institución pública. Esto ya ha ocurrido en la universidad anteriormente: a raíz de la denuncia contra el ex profesor de la Facultad de Historia, Fernando Ramírez, destituido el año pasado luego de que se concluye que durante su periodo como docente acosó a cuatro alumnas. A este caso, se suma la renuncia de Leonardo León, ex director de la misma carrera-y superior directo de Ramírez-, quien también fue acusado de los mismos cargos por similar periodo.

Carmen Andrade reconoce que las situaciones de acoso sexual también se dan entre los mismos estudiantes, quienes también pueden ser investigados y sancionados. “En el caso de los alumnos, dependiendo de la gravedad de las faltas según el reglamento estudiantil, las sanciones están desde la amonestación, la suspensión de la universidad y hasta la expulsión. En esas situaciones, es el fiscal el que pondera y propone las sanciones”.

Para la directora de la Oficina de Igualdad y Género de la Universidad de Chile, la creación de este protocolo ha ayudado a ordenar las normas, difundirlas y estimular a que las personas que son acosada sexualmente se atrevan a denunciar. “No es que antes no existieran normas similares, solo que no se conocían, eran más ambiguas, más dispersas y tampoco habían caminos claros de denuncia”Carmen Andrade sostiene que “anteriormente, si se hubiese comprobado acoso sexual en algún caso denunciado, el acusado también podría haber sido desvinculado de la universidad. Lo que pasa es que antes, las denuncias prácticamente no existían”, haciendo énfasis en lo clave que resultó el reordenamiento de las normas internas y el protocolo.

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Acoso sexual en la sala de clases: La lucha de las alumnas del Liceo 7 de Providencia

Por Camila Muñoz

“Ni me callo ni lo aguanto” es el nombre de la campaña que organizaron alumnas del Liceo 7 de niñas de Providencia en el primer semestre de 2017 donde denuncian reiterados casos de acoso sexual en el plantel escolar. Tras meses de manifestaciones, paralizaciones en el establecimiento y distintas reuniones con directivos del liceo, actualmente alrededor de siete profesores e inspectores se encuentran denunciados y en investigaciones.

“Recién había terminado el recreo y yo estaba terminando de comer mi colación (que era un plátano) junto a mis compañeras. Entra el profesor, deja sus cosas y se comienza a pasear por la sala hasta llegar a nuestros puestos, ´anda golosa´, me dijo mientras miraba cómo comía, después de un rato mi compañera me pasó otro pedazo y escuché al profesor decir: ‘ya va por el segundo´, me miraba con una cara que realmente me daba miedo, sólo desvié la mirada y me quedé pensando en lo que había pasado”.Este es el testimonio número 6 de un total de casi 80 recopilados por la campaña dentro del establecimiento, donde niñas de distintas cursos y edades relatan lo que han vivido.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia sexual como: “Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.

Fue por testimonios como el descrito, que las estudiantes del Liceo 7 de Providencia manifestaron su profundo descontento hacia los distintos tipos de denuncias de abusos de género y violencia psicológica y sexual que han recibido de parte de profesores y funcionarios del establecimiento.

Son alrededor de 80 denuncias recibidas por el emblemático liceo de niñas, donde tras la polémica generada por campaña, decidieron crear una Comisión de Género dentro del plantel y tras la escasa respuesta de las autoridades de su establecimiento, el pasado mes mayo realizaron una movilización en protesta hacia estas acciones.

Relación de poder

“Una compañera se acercó a preguntarle algo al profesor y él de la nada le dice: ‘qué lindas piernas tiene usted’”. Testimonio 57.

Según estadísticas de la Policía de Investigaciones, el 79% de las denuncias por delitos sexuales apuntan a abusos contra menores de edad, esto representa a 4.890 denuncias de un total de 6.190 registradas en el año 2015.

Belén Olave (17) es alumna del Liceo 7 de Providencia y forma parte del Comité de Género del recinto escolar que se creó luego de la campaña “Ni me callo ni lo aguanto”, “esto nace del nivel de segundos medios, ellas exponen un comunicado donde tienen cuatro testimonios y se lo leen al Consejo de Delegados de Curso (CODECU) luego se baja la información hacia los cursos y se comienza a generar este movimiento donde se hace una comisión de difusión, de logística y de género”, comenta.

Fue así como se inició la recopilación de relatos de otros cursos de episodios de violencia sexual, que hayan vivido o presenciado las alumnas durante su estadía en el liceo. En su gran mayoría, los testimonios son anónimos. Sí se pidió que se escribiera el nivel que cursaba cada niña o adolescente, donde se identificaban casos de acoso sexual, discriminación y violencia de género.

“Las denuncias son por discriminación por orientación sexual y también eran clásicos los comentarios -que tenía el pelo corto- como de aspecto físico. También hubo casos de xenofobia de parte de inspectoras”, cuenta la estudiante.

                                         María José Mosciatti

Tal como lo menciona María José Mosciatti (19) presidenta de curso del Liceo 7 de Providencia; esta campaña se amplió a otros colegios que quisieron replicar la iniciativa, “por ejemplo el Liceo Tajamar también empezó a pedir testimonios, el Carmela (Carvajal) ya tenía un trabajo desde antes y siguió con su procedimiento en este tema”.

Belén y María José han sido clave dentro del movimiento contra el acoso sexual en el Liceo 7 de Providencia. “Partimos con la visibilidad de la problemática, que partió con el nivel de los segundos medios y ahí como estudiantado tomamos hartas medidas para difundir el problema que estábamos teniendo y luego poder tratarlo”, explica Belén.

Las alumnas relatan que no recibieron gran ayuda por parte de la dirección del establecimiento y consideran que el director de ese entonces, Cristián Núñez, fue uno de los obstáculos para que la campaña tomara aún más fuerza. “Cuando empezó a explotar todo nos llamó a una reunión a las presidentas de cada curso y claro, nos contaba que teníamos que seguir el conducto regular y que esto iba a empezar a funcionar, pero teníamos que seguirlo”. Además, señalan que el representante de los profesores trató de exponer que las cosas no se hicieran de manera precipitada, “tratando de convencernos que no nos moviéramos tanto y que siguiéramos el conducto regular”.

Fue así como pasaron los días de abril y mayo y la repercusión de “Ni me callo ni lo aguanto” era cada vez más grande. El director del Liceo 7 les planteó a las alumnas que el tema de acoso sexual lo trabajaran con una organización, en este caso la organización Fundación para la Confianza. A parte del alumnado no les gustó la propuesta.

En paralelo, el Centro de Padres del Liceo 7 realizó un comunicado oficial donde declaran el absoluto apoyo a la campaña, haciendo un llamado a los profesores y asistentes de la educación de no continuar, haciendo sentir culpables a las alumnas por denunciar este tipo de violencia. “Acompañamos a nuestras hijas en su consigna de “No me callo ni lo aguanto” porque creemos que ellas no mienten y no exageran cuando piden a la autoridad que sea hagan cargo de solucionar los problemas que vienen denunciando por años, y que, según han expuesto, nadie las ha tomado en cuenta”.

Conductas normalizadas

Belén Olave y María José

“El profe me toca las piernas y siempre recibo miradas de parte de él que me hacen sentir incómoda”. Testimonio 47

Tras no recibir respuestas claras y medidas que pusieran fin estas prácticas de acoso sexual, las alumnas decidieron tomarse el establecimiento a principios de junio por aproximadamente dos semanas. Su petitorio esencialmente se basó en solicitar a la dirección que los profesores acusadores salieran del aula hasta que se solucionara el problema“Por eso comenzaron todos los paros, porque las niñas no querían tener clases con los profesores con los cuáles se sentían acosadas o vulneradas, entonces eso era el mínimo”, comenta María José.

Otra de las peticiones se enfocó en elaborar un manual de convivencia escolar, mejorar el procedimiento de denuncia e investigación en casos de violencia o acoso sexual y que se hiciera una capacitación al profesorado en educación no sexista obligatoriamente, incluso Interestamental.

Según estadísticas entregadas por la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDC), Chile ocupa el tercer puesto a nivel mundial en la tasa de denuncias de abuso sexual infantil.

“A las niñas les costó mucho … quizás cuando se hizo esta oleada de ´ya saquemos los testimonios´, muchas de las niñas por la fuerte de la experiencia prefirieron no contarlo. Si vamos al curso, la mayoría son casos de acoso sexual con un profesor. Son alumnas muy pequeñas, alumnas de séptimo u octavo”, detalla María José.

Belén relata que existe una normalización de estas conductas dentro del colegio. “Siempre se hablaba de que profesores ejercían la violencia y era algo que se hablaba, pero estaba muy normalizado. También es por las relaciones de poder que hay entre profes y alumnas, también porque hay personas muy antiguas en el liceo que son intocables, entonces eso permita que suceda todo esto”.

“Había cursos que decían no, que esto casi era inventado, que le estaban poniendo mucho color; eran las estudiantes que finalmente normalizaban más la violencia, hubo cursos enteros que no creían las denuncias. Hay algunas que nos les creen a las alumnas porque tienen buena relación con el profesor”,explica María José.

“Creo que (los acosos) los atribuyen a que el colegio es una república independiente, que podemos hacer lo que queremos, es como si ley chilena no atravesara el colegio, como que las niñas pensaban que la única instancia para denunciar los acosos, era por problemas de convivencia escolar y si no las pescabanpucha hay que aguantarse no más”, agrega la estudiante.

Protocolos inconexos

“Una compañera iba caminado por el pasillo y se topa con el profesor, éste le dice: ´¿usted por qué no anda con los labios sexys de siempre? ´”. Testimonio 59

“Antes no se hacía nada, ahora están denunciados, pero antes nada, porque ellos son profes que llevan muchos años en el establecimiento y son como profes-dioses, tú le llegabas a decir algo a tus profes jefes y te responde, pero ella o él es así.´ Hay procedimientos, pero no funcionan, llevas el caso a convivencia escolar y al final la misma alumna tiene que casi pedirle disculpas al profesor por haberle gritado”, comenta María José.

Otro de los puntos más trascendentales del petitorio repara en la ausencia de protocolos a la hora de hacer las denuncias a dirección. “Primero, (la alumna) debe tratar de solucionarlo con el profesor  y después si no lo logra, va al profe jefe y ahí él trata de conversarlo o se lleva a convivencia escolar, todo depende de la gravedad que – al final – el mismo profesor le atribuye al problema”, cuenta Belén.

Paso a paso con la Comisión de Género

A partir de oleada de testimonios de la campaña “Ni me callo ni lo aguanto”, es que surge la Comisión de Género del Liceo 7. Belén es una de sus integrantes y comenzó a hacerse cargo de las denuncias. Cuenta que, creado el espacio, varias organizaciones de afuera del Liceo 7 se acercaron, ofreciéndoles información y ayuda. “La comisión es abierta, se hizo el llamado a que cualquier persona pudiese entrar, al principio cuando empezaron las clases normales tratamos de organizar foros para informar a las niñas sobre las denuncias “.

Belén dice que los desafíos de futuro para ellas se enmarcan en presionar para que finalmente se establezca un protocolo en caso de acoso sexual y que en esta iniciativa esté presente la participación del estudiantado, además de la realización de foros informativos sobre la discriminación y violencia de género. “La mayor ganancia (de la campaña) fue poner el tema en la mesa y la desnormalización del acoso”, cuenta.

Para María José campaña y petitorio ayudaron de manera considerable a que se hablara del tema y cree que debiese haber más fiscalización por parte del Ministerio de Educación y mayor filtro a la hora de seleccionar a los docentes. “Sirvió caleta para que la educación no sexista fuera más visible en los petitorios d los diferentes establecimientos “.

*Ambas alumnas entrevistadas declararon no haber sido acosadas sexualmente en el Liceo 7.

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Amanda Mitrovich de la USACH: “Para muchos la violencia sexual sólo se considera cuando hay violación o tocaciones”

Por Marcel Pavez

Amanda Mitrovich tiene 19 años y actualmente cursa segundo en Pedagogía y Licenciatura en Historia en la Universidad de Santiago de Chile (USACH), carrera en la que además ejerce como Presidenta del Centro de Estudiantes. Hace unos meses atrás, se hizo conocida por aparecer en todos los medios dando declaraciones sobre la movilización que ella y sus compañeros organizaron en la universidad. Todo esto a raíz de las acusaciones de alumnas de la carrera contra dos de sus profesores por acoso sexual reiterado.

Las denuncias comenzaron a ser públicas durante abril del año pasado, cuando Mitrovich recién partiendo en la universidad, comenzó a ejercer como Encargada de Género del Centro de Estudiantes. Fue en aquél mes que se tomó la decisión de hacer un catastro de acoso sexual para poder transparentar los casos que podían existir en la carrera de historia y en el resto de la USACH. “Entendíamos el acoso como algo que se estaba dando en todo Chile, por lo que consideramos necesario hacernos cargo de la problemática”, relata.

 Así fue como se les envió un formulario a los alumnos y alumnas de la universidad para que pudieran testificar si es que alguna vez fueron víctimas de acoso sexual dentro de los espacios educativos. “En este catastro salieron 25 casos en Historia y todos estos apuntaban a sólo dos profesores: Augusto Samaniego y Luis Ortega”.

La polémica se disparó inmediatamente debido a lo reconocido que son ambos docentes dentro del mundo académico. Augusto Samaniego fue decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago mientras que Luis Ortega es uno de los historiadores más importantes de Chile. “Ambos llevan más de 30 años trabajando en la universidad, son figuras públicas”, asegura Mitrovich.

 Secreto a voces

Pese a que los resultados del catastro fueron los detonantes de la crisis, para nadie fue sorpresivo que se acusara a estos profesores de tener comportamientos inadecuados con sus alumnas. Según la Presidenta del Centro de Alumnos de Historia, las actitudes de los profesores Ortega y Samaniego eran algo ya conocido en la facultad. “Yo entré recién el año pasado y una de las primeras cosas que me advirtieron fue ‘oye ten cuidado con Ortega y Samaniego porque son pasados para la punta’”, recuerda Mitrovich. “Todo el mundo sabía, era un secreto a voces dentro de la facultad. Incluso después de que explotó este tema nos hablaron en el Fanpage del Centro de Estudiantes ex alumnas de hace 20 años de la carrera que nos decían que tuvieron problemas similares con estos dos profesores”.

Pero para los estudiantes de Historia lo peor fue darse cuenta que incluso los mismos funcionarios y académicos de la universidad defendían a los profesores acusados, señalando que se trataban de personas de la tercera edad “de otra época”.

“En una sociedad donde el acoso está tan naturalizado, sólo se considera violencia sexual cuando se llega a la violación o tocación. Y ni eso, porque además tiene que haber una foto en que salga que te tocaron el poto, porque sin pruebas no puedes acusar a nadie”, advierte Mitrovich y agrega que “estos profesores acosadores se caracterizan por hacerte cariño en el pelo, decirte cosas como ‘¿Por qué no vas a mi casa un día?’, ‘Oye, ¿Vámonos a la playa de vacaciones?’, ‘Oye, qué buen potito tienes’”.

Para Amanda Mitrovich otra de las razones que podrían explicar esta postura inicial del Departamento de Historia de la USACH frente a estos casos, podría ser la reputación que Samaniego y Ortega tienen, tanto en la universidad, como en el plano nacional. “Estos dos personajes tienen 70 años y llevan 30 trabajando en la universidad”.

Sumario contra Samaniego y Ortega pendiente

Luego de los resultados del catastro, Amanda Mitrovich, quien era Encargada de Género del Centro de Estudiantes en 2016, decidió reunirse con las alumnas afectadas para presentar sus testimonios de forma anónima ante el Departamento de Historia de la universidad. La única respuesta que le dieron es debían realizar un sumario administrativo.

“Debido a que la USACH es una institución pública, se deben levantar sumarios cada vez que ocurre una problemática interna. Este sumario además consta con la participación de un fiscal que se encarga de investigar el caso en cuestión”, explica Mitrovich. El problema es que este fiscal puede ser cualquier académico de la universidad, por lo que pueden darse casos en los cuales tenga alguna tipo de relación con el acusado, generando así conflicto de interésAmanda Mitrovich asegura que en el sumario administrativo que se le realizó a ambos profesores “el fiscal a cargo fue el decano de la Facultad de Ciencias Médicas, quien de casualidad los conocía”.

“Para peor, este sumario a veces no soluciona nada porque es el rector quien tiene la capacidad de decidir qué es lo que pasa finalmente con la investigación. Él tiene la última palabra”, asegura. Esta facultad la otorga el Decreto con Fuerza de Ley 149, creado en dictadura y el cual permite que el rector pueda tomar cualquier decisión dentro de la universidad.

Sin embargo, esta no fue la única traba que tuvieron para exigir justicia. “Nosotras no cachábamos mucho de legalidad y no sabíamos hacer estas cosas bien”, confiesa Mitrovich. Es por esta razón que recién en octubre del año pasado levantaron el sumario administrativo contra Samaniego y Ortega, que hasta el día de hoy no tiene veredicto. “Un sumario administrativo debe durar máximo 60 días, salvo que el fiscal solicite extender el plazo. Nosotras estamos en esto desde octubre del año pasado y el sumario sigue abierto”, asegura.

Las movilizaciones

La poca preocupación por las denuncias de acoso sexual que mostró en un principio el Departamento de Historia de la USACH, sumado a los seis meses de investigación administrativa, fueron razón suficiente para que los estudiantes decidieran movilizarse. Así fue como el martes 30 de mayo de este año, más de 400 alumnos y alumnas marcharon por las dependencias de la universidad con dirección a rectoría: una forma de mostrar su descontento ante la inmovilidad de la universidad sobre estos casos. Una vez finalizada la marcha, los estudiantes de Historia decidieron convocar un paro como una forma de protestar por la situación.

“El departamento tomó una postura inicial de no hacer nada hasta el resultado del sumario, pero como pasó tanto tiempo decidimos llamar a una asamblea triestamental, en donde fuimos estudiantes, funcionarios y académicos”, relata Amanda Mitrovich. En aquella asamblea, el estudiantado de historia expuso las razones de la paralización y los testimonios de las víctimas. “Aclaramos muchas cosas, hicieron preguntas y pese a que fue una asamblea un poco tensa, después se decidieron apoyarnos”.

Uno de los logros luego de este diálogo fue la realización de un Diplomado en Transversalidad de Género, de carácter gratuito y que está dirigido a toda la comunidad de la Universidad de Santiago. Para Mitrovich, si bien esta acción “no acaba con el conflicto en sí, si soluciona un problema de mirada del departamento”.

Otro logro es que los profesores acusados de acoso hicieron clases sólo hasta el fin del primer semestre de 2017 porque las estudiantes le pidieron al decano que levantara una medida de protección en contra ellos. “Ahora ni Luis Ortega ni Augusto Samaniego pueden entrar a la universidad hasta que el sumario se cierre”, explica Mitrovich.

Las movilizaciones también sirvieron para que el rector pidiera que se investigara más sobre estos casos y se reabriera el sumario. “Ahora estamos proponiendo que cuando ocurra un caso así y se abra un sumario, se saque al profe inmediatamente mientras dure la investigación para que así no se tenga que andar peleando como nos pasó a nosotras”, dice Mitrovich.

Protocolos de acción

Según la estudiante de Historia “luego de la polémica, salieron a la luz muchos otros casos de acoso sexual en distintas carreras de la universidad, como Ingeniería o Ciencias Médicas”. Esto produjo una proliferación de protocolos de acción contra el acoso sexual, debido a la efervescencia que tuvo el conflicto. La presidenta del Centro de Estudiantes fue partícipe en la creación de uno de los primeros en ser aceptados este año. “Este protocolo, es más un documento legal, en donde se señala cómo y dónde tienes que acudir para denunciar estos casos”.

Amanda Mitrovich participó además en la creación de un manual de buenas prácticas para la comunidad académica del departamento de Historia. “Esta guía de buenas prácticas define lo que es bueno y malo, describe lo que es el acoso sexual, laboral, entre otras formas de hostigamiento”. Lamentablemente, los profesores no están obligados a cumplir con este manual debido a que el departamento no tiene la facultad de sancionar.

La última de las iniciativas ha sido la creación de una mesa triestamental que recibirá los casos de acoso, en donde sus miembros decidirán si es necesario realizar un sumario o si es posible solucionar el problema de otra forma, como por ejemplo, a través de una instancia de mediación.

Amanda Mitrovich explica que las personas que estén siendo acosadas sexualmente puede acudir a cualquiera de estas instancias para hacer una denuncia, cosa que antes no pasaba porque nadie tenía claro cuál era el camino a seguir. “Ahora incluso se puede denunciar a la través de un formulario google”, dice la presidenta del Centro de Alumnos sobre esta iniciativa que está a cargo de las Encargadas de Género de Historia.

Acoso entre estudiantes

Otro tipo de acoso sexual que se repite con frecuencia en los ambientes universitarios es el que se da al interior del estudiantado. “Historia es una carrera chica, todos nos conocemos, carreteamos juntos. Es como un espacio familiar”, asegura Amanda Mitrovich. Por lo mismo, un día decidió sentarse a conversar con dos de sus compañeros que habían sido identificados como unos acosadores. “Una compañera había denunciado a un compañero que la hostigaba para que salieran juntos”, cuenta Mitrovich. Hizo de mediadora entre ambos. “Me reuní con ellos y les expliqué que ese hostigamiento es una conducta machista y ellos mismos se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo estaba mal”.

Mitrovich considera que muchas de estas conductas son aprendidas por los hombres desde que son niños, naturalizándolas al punto de no poder considerarlas malas. “Uno de los ejemplos clásicos es el dicho ‘el que la sigue la consigue’, que en pocas palabras quiere decir que si el hombre insiste, en algún momento la mujer va a ceder y va a querer tener sexo con él”.

Como para muchos esto no es considerado acoso sexual, ella evita usar la palabra acosador. Cree que “como muchos hombres no tienen idea que están equivocados, a veces la mejor forma es acercarse a ellos desde la comprensión y decirles ‘yo entiendo lo que te pasa, pero está mal porque estás pasando a llevar a alguien”. Así es como Amanda Mitrovich hace entender a sus compañeros que muchos de los comportamientos machistas que ellos antes consideraban normales, en verdad no lo son, pues atentan contra la dignidad de sus compañeras.

No obstante, en las otras carreras de la Universidad de Santiago el tema ha sido mucho más complicado. “En las carreras de ingeniería, donde el porcentaje de mujeres es muy reducido, existen varios casos de acoso sexual que han sido mucho más graves”, asegura la presidenta del Centro de Alumnos. “Lo más preocupante es lo que pasa en los carretes que se hacen en el foro de la universidad, en donde han habido incluso abusos sexuales. Lamentablemente, y debido a que en estas fiestas entran muchas personas externas de la universidad, es muy difícil llegar a dar con el paradero del agresor, pues en ocasiones no son ni siquiera alumnos de la USACH”.

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