La realidad y el deseo

Europa con tres heridas

 

¿Una reina o una princesa tienen derecho a abortar?

Europa está en un balneario de lujo o en una enfermería. Las élites viven en la acumulación fácil de dinero y en la especulación. Disfrutan hoy de Europa como de un territorio indicado para la explotación del ser humano en nombre de los mercados. Gracias al diseño del Banco Central  Europeo, la deuda pública es un mecanismo preciso para desviar hacia los especuladores el dinero que antes se invertía en educación, sanidad, cooperación y servicios públicos.

Para el pensamiento democrático, Europa está en la enfermería. Como ha explicado el profesor Ignacio Sánchez-Cuenca en La impotencia democrática (Catarata, 2014), los ciudadanos han perdido la posibilidad del autogobierno en favor de unos poderes financieros que marcan las decisiones económicas de los gobiernos. Europa fue hace años una ilusión política como alternativa del Estado social ante las dictaduras de diverso origen y el capitalismo descarnado norteamericano. Un determinado proceso de unión transformó ese sueño en el laboratorio de la política privatizada al servicio de los especuladores. Las medidas impuestas en Europa para combatir la crisis han sido más crueles que las del neoliberalismo yanqui. La brecha entre ricos y pobres se abre desde Alemania y se multiplica en sus colonias.

Las próximas elecciones Europeas se acercan a los españoles con tres heridas. La primera se llama Rajoy. La política de la derecha europea es un ámbito privatizado, sin autonomía ninguna, obediente al dictado de la banca. Sólo importa el mandato financiero, no existen ni las personas, ni los partidos. Que el PP no tenga aún candidato para las elecciones puede explicarse de muchas maneras, pero sólo es un síntoma de la inutilidad de la política para la derecha. El más ofendido es el propio Partido Popular. No hay vida política dentro de él, no existe el debate, no son posibles las discusiones colectivas. El candidato será aquel que diga el jefe cuando le venga en gana y a los militantes no les queda otra misión que correr para acatar la voluntad sin poner en peligro sus puestecitos particulares. La falta de orgullo cívico es espectacular. Algo parecido se vivió ya con la designación del candidato popular a la presidencia de la Junta de Andalucía. Los militantes son fantasmas sin carne ni hueso de un poder absoluto. La política que hoy manda en Europa está hueca... y así nos va a los europeos.

La otra herida se llama socialdemocracia. Como llueve sobre mojado, es muy difícil tomarse en serio a un socialismo de caviar que ha ayudado a construir esta Europa al servicio de la deuda pública, los negocios bancarios y la especulación. Más que falta de voluntad, es la impotencia de una lógica que rueda en los engranajes del sistema. Los socialistas levantan la voz en la oposición, pero sin poner en riesgo unas reglas de juego que explotan sin escrúpulos y que desprecian de forma impudorosa los derechos humanos. ¿Dónde están sus propuestas serias sobre la moneda única, la unión fiscal o las fronteras? Cuando llegan al poder asumen las mismas prácticas que la derecha porque pertenecen a los mismos bancos. El socialismo francés expulsa a gitanos rumanos. El socialismo español se escuda en la razón de Estado para no pedir la dimisión de un ministro que impone una política aterradora contra los inmigrantes. Dispararle botes de humo a quien se está ahogando entra en la lógica. El nacionalismo humillado ante la banca se hace fuerte y recobra el orgullo sobre los desgraciados. Una parte de la población se contenta con tener por debajo de sus miserias a alguien más miserable a quien pisotear.

La tercera herida tiene el nombre de renuncia cívica o abstención. Hay obreros, sindicalistas, votantes progresistas que votarán una vez más a la socialdemocracia. Es decir, votarán a uno de los ejes que ha construido esta Europa de la explotación descarnada. Sus corazones se quejan, pero sus voluntades renuncian a buscar alternativas. Otros sectores más desencantados optarán por la abstención. Asumido el sistema, como no gustan ni el PP ni el PSOE, mejor desentenderse de la política. Algo así ha ocurrido en Francia con el tornadizo Hollande, el enésimo ejemplo de la falsa alternativa socialista en la realidad actual. Si esto pasa en unas elecciones municipales, da miedo pensar en las próximas europeas. La gente no se anima a votar al socialismo de caviar, o de Gas Natural, o de Banco de Santander. Esa vía ha quedado cerrada para combatir a la derecha.

La otra izquierda ha fracasado también en la configuración de una nueva mayoría que necesitaba basarse, antes que nada, en la unidad. La izquierda de hoy parece un libro de aforismos, la minuciosa fragmentación de un Todo fatigado. Realmente es una desgracia: era el momento preciso para inventar una realidad al margen del sistema actual, una propuesta que nos salvase de la desilusión y la melancolía.

Pero la abstención es una herida más y Europa supone hoy una entidad demasiado importante. No podemos convertirla en el balneario de retirada para políticos nacionales agotados. Conviene ir a votar. Cada cual con su sensibilidad (ya que no se ha conseguido la unidad), pero votar, votar, votar.... a Izquierda Unida, o a Podemos, o a Equo y Compromís. La abstención sangra a Europa igual que la política privatizada y muda del PP o que la falsa alternativa de los obedientes socialdemócratas.

Por si nos faltaba algo, la señora Elena Valenciano defiende en los últimos días al rey como salvador de la democracia española. Yo le haría esta pregunta: ¿una reina o una princesa tienen derecho a abortar? ¿No cometerán una agresión contra el Estado? El socialismo de caviar, el socialismo monárquico. ¡Si Pablo Iglesias o Juan Negrín levantaran la cabeza!

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